Ocho elementos del Ejército Mexicano perdieron la vida el miércoles tras la explosión de una mina terrestre de fabricación casera en el municipio de Los Reyes, Michoacán, en los límites con el estado de Jalisco, zona de alta presencia del crimen organizado.
El artefacto explotó al paso de un vehículo táctico blindado tipo SandCat que patrullaba un camino de terracería en el poblado de El Santuario. La potente detonación destruyó por completo la unidad militar, provocando la muerte inmediata de seis soldados y dejando a otros dos gravemente heridos, quienes fallecieron más tarde en un hospital.
Los militares pertenecían a la Fuerza Especial de Reacción e Intervención (FERI), unidad integrada a la Guardia Nacional, así como al Grupo de Respuesta a Emergencias (GRE) del Ejército. La XXI Zona Militar confirmó que los dos miembros del FERI fallecidos fueron identificados como el Segundo Subinspector Jovany Rosales Rosales y el Subagente Jorge Alberto Cruz Velázquez. Las identidades del resto se mantienen reservadas.
De acuerdo con el Ejército Mexicano, grupos delictivos que operan en la región son responsables del ataque. La Fiscalía del Estado de Jalisco ha iniciado la investigación, mientras que un grupo especial del Ejército realiza operativos para localizar otros explosivos en la zona.
Durante su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum lamentó los hechos y expresó su solidaridad con los familiares de los soldados caídos, a quienes reconoció como miembros de la Guardia Nacional.
La zona donde ocurrió el atentado es disputada por el Cártel de Los Reyes y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y según fuentes de inteligencia, ambos grupos han incorporado a exmilitares colombianos con conocimientos en explosivos, lo que ha elevado la violencia a niveles de conflicto armado en esta región del occidente del país.
